CAMBIOS

Aguardo inquieto
en el rincón del escritorio,
a escuchar el aullido
de un lobo perdido.
El mundo…
ese que dicen
tan grande como un pañuelo,
donde puedo encontrarme
con el guardián de mis palabras.
Enanos sueltos por mis sabanas
duermen conmigo,
en una habitación sin ventanas
en un barco hundido
donde nunca saquearán mi tesoro
donde morirá lo vivido.
Bajaría a la calle a escuchar historias
o me sentaría en un banco a descansar,
llegaría tan lejos si me pusiese a andar
que nunca más te volvería a recordar.
Ahora deambulo entre lo socialmente correcto
y lo corrupto
dejando libre cada noche
mi lado salvaje
que ahora yace
en la inmensidad
de un escondite
sin raíces.